El reino de Dios



— Hemos celebrado la realeza de Cristo. La denominación de Cristo como Rey no tiene en la Biblia connotaciones politico-religiosas. El rey no es un gobernante que manda lo que le apetece sin más, sino quien asume la responsabilidad de cuidar de todos y cada uno de los suyos. En el próximo Oriente se califica a los reyes de pastores o de jardineros.
— La primera lectura nos habla de los cuidados de Dios a cada uno: esto dice el Señor Dios: "Yo mismo buscaré mi rebaño y lo apacentaré. Como recuenta un pastor su rebaño cuando está en medio de sus ovejas que se han dispersado, así recontaré mis ovejas y las recogeré de todos los lugares en que se dispersaron en día de niebla y oscuridad. Yo mismo pastorearé mis ovejas y las haré descansar, dice el Señor Dios. Buscaré a la perdida, haré volver a la descarriada, a la que esté herida la vendaré, y curaré a la enferma. Tendré cuidado de la bien nutrida y de la fuerte. Las pastorearé con rectitud" (Ez 34,11-12.15-16). Nos quiere y está pendiente de todo lo que nos pasa. Observa lo bueno y lo malo, e interviene para hacer el bien.
— Gracias Señor por tus cuidados, por estar siempre pendiente de lo que me ocurre. Ojalá siempre le demos alegrías… y si no se las hemos dado, que rectifiquemos en seguida pidiendo perdón y dejándonos encontrar, sin escondernos, que, si no, al final sufriremos.
— En cambio, en el Evangelio, se presenta como un juez inflexible: Cuando venga el Hijo del Hombre en su gloria y acompañado de todos los ángeles, se sentará entonces en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las gentes; y separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a su derecha, los cabritos en cambio a su izquierda.
 Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, tomad posesión del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo: porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; era peregrino y me acogisteis; estaba desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme".
 Entonces le responderán los justos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos peregrino y te acogimos, o desnudo y te vestimos?, o ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a verte?"
 Y el Rey, en respuesta, les dirá: "En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis".
 Entonces dirá a los que estén a la izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles: porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber; era peregrino y no me acogisteis; estaba desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis".
Entonces le replicarán también ellos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, peregrino o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos?"
 Entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también dejasteis de hacerlo conmigo. Y éstos irán al suplicio eterno; los justos, en cambio, a la vida eterna" (Mt 25,31-46).
— En el fondo es un consuelo. Ahora, y en tantas ocasiones, en que parece que el mal triunfa con facilidad, el Señor consuela a los que padecen injusticias haciendo notar que el mal no tiene la última palabra. La justicia existe y al final todo saldrá a la luz y cada uno responderá de sus obras.
— A la vez, Jesús enseña de un modo positivo: no se salvan los que nunca han hecho nada malo, sino los que han hecho muchas cosas buenas, los que han estado pendientes de las necesidades materiales y espirituales de los demás para ayudarles.
— Para concretar ese camino, la tradición de la Iglesia habla de las obras de misericordia. Son catorce, y un repaso rápido nos puede servir para concretar ideas:
— Las siete obras de misericordia corporales: 1. Visitar y cuidar a los enfermos. 2. Dar de comer al hambriento. 3. Dar de beber al sediento. 4. Dar posada al peregrino. 5. Vestir al desnudo. 6. Redimir al cautivo. 7. Enterrar a los muertos.
— Las siete obras de misericordia espirituales: 1. Enseñar al que no sabe. 2. Dar buen consejo al que lo necesita. 3. Corregir al que yerra. 4. Perdonar las injurias. 5. Consolar al triste. 6. Sufrir con paciencia los defectos de los demás. 7. Rogar a Dios por vivos y difuntos.
— Pidamos al Señor que su paz reine en nuestros corazones, y a la Santísima Virgen, Reina de la paz, que nos ayude a trabajar sin descanso por extender el reino de Dios, reino de paz y justicia, reino de amor y verdad.

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